martes, 3 de junio de 2014

El Dinosaurio - Pamela Naranjo

Por Pamela Naranjo 

Y cuando desperté, el dinosaurio seguía ahí, no le estuve prestando mucha atención  desde estos 2 días que ha pasado sin decir ni hacer  nada en mi habitación. Se acerco a mi, no se porque, pero presentía algo malo, no podía quedarme ahí sin decir nada, sin actuar, me iba a hacer daño, y lo sabia. Así que simplemente dije: “¡Hazme daño! Si quieres destrózame, como todos lo hacen, todos me tratan mal sin ni si quiera pensar en como me siento. ¡Lastímame! Hazme daño…”
Me eche a llorar, era el único momento en el que pude desahogarme de todo el daño por el que he pasado. ¡Vaya momento para decirlo! Justo cuando estoy al frente de  un dinosaurio. Él seguía ahí, mirándome, por un momento sentí que podía entenderme. Que imaginación tengo, un dinosaurio entendiéndome, aunque es muy raro que no me haya herido durante este largo tiempo.
Luego de un par de segundos, el dinosaurio se sentó, así es, se sentó, me miro con cara de pena y me dijo que le siga explicando lo que me pasaba durante el tiempo que el ha estado ahí, quería saber cuales eran mis sentimientos y porque me sentía así. 
Desde ahí, me di cuenta que el dinosaurio no tenía malas intenciones conmigo, era mi amigo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario